El ser humano puede ser fantástico cuando quiere. Puede ser bueno, agradable, confiable, honesto, amigable. Pero normalmente no quiere, no intenta ser tan. El egoísmo habla más fuerte, el deseo de ser superior domina este ser débil y cobarde.
En el apogeo del capitalismo en el que vivimos, la jungla de piedra se convierte en escenario de un drama lleno de mentiras y desconfianza, donde la gente actúa y traga toda esta superficialidad en seco, fingiendo no importarle o pensar en el verdadero sentido de la vida, en los valores perdidos en medio de esta competición sin sentido, donde los amigos que pensamos tener nos arrastra por poco.
Tanta apreciación de la profesión, de los puestos deseados, de los títulos otorgados, del estatus que no es más que fantasía, de una “tarjeta de presentación” elaborada por un marketing personal sin ética, inmunda y sin escrúpulos. Mientras tanto los niños se quedan con la niñera, la experiencia con la pareja se resume los fines de semana y los regalos comprados ... los amigos son vistos como objetos, herramientas para lograr metas vacías.
¡Necesitamos una revolución de valores! Una lucha significativa por una vida más plena, llena de sentimientos expresados sin miedo, sin desconfianza. Debemos buscar transparencia, justicia, amor, preocupación genuina por nuestros seres queridos. Las pequeñas cosas marcan la diferencia: escuchar un arrebato y dar opiniones sinceras, respetar los sentimientos y valores de los demás, respetar la familia, el matrimonio, los compromisos. La palabra del hombre ha perdido valor con el tiempo, y no hace tanto que las cosas eran diferentes. Se inventó tanta burocracia para poder "atar" los compromisos que la gente hace hoy, y sin embargo, se les falta el respeto en todo momento.
Qué bueno es tener una persona en quien confiar, vivir una vida ligera, sin sospechas, sin la amargura de la traición. La sonrisa es más alegre, el canto es más profundo, la mirada es más brillante, el abrazo es más cálido.
Duerma tranquilo, descanse con la mente tranquila, la conciencia el peso ligero no tiene precio. Existen tantas enfermedades mentales y algunas llegaron a existir, cánceres, vitiligo, accidentes cerebrovasculares y tantas otras enfermedades con causas emocionales que podrían haberse evitado si no hubiera sido por el dolor causado por el desencanto con los seres humanos.
Es necesario reflexionar sobre nuestros valores. ¿De qué sirve ser rico y no tener verdaderos amigos, personas que realmente se preocupan por ti? O tú prefiere comprar a las personas que te rodean, engañándote sobre los sentimientos que tiene y espera de los demás? Vivir así es muy vacío, muy frío. No es de extrañar que tanta gente rica sufra de depresión, abuso de las drogas, suicidanse.
El ser humano puede ser mucho más que eso, tiene potencial. Podemos renunciar a algunas cosas para lograr una evolución en nuestra vida, una vida más completa. Hay algunas personas que quieren compartir esa vida contigo. Personas especiales. Y en cuanto a la multitud de personas vacías e inútiles que hay, júntelas a todas y déjese picar.
Quién sabe con eso se dan cuenta del error en el que se metieron
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